Blog

20. Globalización y TIC. Miquel Barceló, 24 de mayo

En artículos anteriores hemos hablado de la complejidad y de los ecosistemas, hoy hablaremos de otra característica de la sociedad y la economía actuales: la globalización y el cambio tecnológico.

La globalización, el cambio tecnológico y la nueva economía del conocimiento son aspectos relevantes de la nueva complejidad.

Credit Photo: theguardian.

Credit Photo: theguardian.

La globalización acelera el sistema económico en su conjunto, transforma los sistemas productivos en cadenas de valor globales, y supera la lógica de los mercados nacionales y regionales imponiendo modelos de negocio abiertos que propician la entrada de socios y aliados. Los mercados se liberalizan a todos los niveles (nacional, regional y global), lo que conlleva mayor competitividad y mayor rapidez de los cambios.

El nuevo sistema productivo se estructura ahora a escala planetaria mediante la nueva economía en red que ha conseguido, por primera vez en la historia, tener más poder de influencia sobre las personas que lo que tienen las leyes y regulaciones dictadas por los respectivos gobiernos nacionales a los que estas pertenecen. La globalización da poder a la red, tanto en el orden económico como en el social.

En este marco se produce un gran incremento de la producción y del comercio internacional que va de la mano del desarrollo del movimiento de capitales también a escala global.

Aparte de estos aspectos económicos, la globalización tiene otros matices sociales y culturales, como los movimientos antiglobalización, las migraciones, los fenómenos de crecimiento que representan países como China e India y los cambios culturales asociados, que en este artículo no trataremos en profundidad; no porque no sean importantes, que lo son mucho, sino porque caen fuera del ámbito económico y tecnológico que nos ocupa.

Con la globalización, los mercados mundiales tienen cada vez una mayor incidencia sobre las decisiones de las empresas y sobre el conjunto de las organizaciones. También la revolución industrial supuso un proceso de internacionalización y una fase de mayor interrelación entre las diversas economías mundiales. Sin embargo, ahora, con las economías en red, y gracias a las tecnologías de Internet, el proceso ha subido un escalón. No sólo se producen intercambios a nivel global sino que el propio sistema productivo funciona de manera integrada a través de las redes globales.

Cada empresa se encuentra situada en una parte de la cadena global de su sector y esto conlleva unos requerimientos de costes y de productividad a los que debe hacer frente si no se quiere ver expulsada de esta cadena. Asimismo, el mismo concepto de sector escapa a la visión tradicional que teníamos hasta hace poco cuando dividíamos la economía en sectores primario, secundario y terciario. De hecho, todavía hay muchas personas que siguen pensando según el antiguo modelo, tanto en la academia como en los medios de comunicación. Hoy las cadenas de valor integran diferentes actividades de producción, diseño, distribución, innovación, marketing, etc que forman parte del mismo “sector”. Para no crear confusión propongo hablar de actividades productivas en lugar de sectores. Por ejemplo, las actividades productivas relacionadas con la alimentación integran desde los productos agrícolas y ganaderos hasta la distribución comercial pasando por la producción industrial, la logística, la innovación y todo el conjunto amplio de servicios asociados a estas actividades.

 

La aparición y el papel indispensable de las TIC

La empresa, o las empresas cabeceras de la cadena de actividad productiva dominan o intentan dominar el conjunto y por ello necesitan de un uso intensivo de las TIC. Las TIC son tecnologías estratégicas sin las cuales no sería posible coordinar el complejo sistema que representa la cadena, con miles y miles de agentes que deben actuar de forma coordinada. Los agentes de la cadena ganan su derecho a estar allí siempre que sean capaces de contribuir a la fortaleza de la cadena a partir de aportar valor con actividades basadas en el conocimiento y la innovación. En el caso de no hacerlo así, el agente o empresa puede verse sustituido de la noche al día para otro agente (o empresa) que lo haga más barato, o más rápido, o que se encuentre más cerca de el agente que coordina aquella parte de la cadena, por poner sólo algunos ejemplos.

Poniendo un ejemplo del sector alimentario, la empresa distribuidora Mercadona domina una parte significativa de la cadena de valor del sector en Cataluña. Muchas empresas alimentarias de Cataluña venden una parte significativa (en algunos casos prácticamente toda) de su producción a Mercadona que es quien fija precios, márgenes y otras condiciones. Esto hace que el margen de actuación de la empresa proveedora sea muy limitado y viva con la amenaza permanente de ser sustituida o de caer en márgenes económicos negativos. El mismo fenómeno se produce a escala global en otros sectores como el del automóvil o el de la maquinaria de todo tipo. El modo de escapar de esta dependencia es dominar la propia cadena como están haciendo empresas del sector de la moda como Mango o Desigual entre otros. Pero esto no es fácil y en algunos sectores no es posible sin una innovación radical que sitúe la empresa fuera de la cadena de valor tradicional.

La socióloga Saskia Sassen destaca un aspecto de la globalización y las cadenas de valor cuando, comparando Cataluña con Grecia, afirma que en Cataluña “hay (tenemos) mucha producción localizada, con historias largas, sobre las que hay orgullo y mercado” (1). Este tradición, esta cultura industrial innovadora, conlleva capacidad de adaptación a la dinámica de la globalización.

(1)   Lo podéis ver en el libro de Carles Capdevila, Entender el mundo

Artículo de Miquel Barceló

Miquel Barceló20. Globalización y TIC. Miquel Barceló, 24 de mayo

Artículos relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *