En pocos días he tenido la oportunidad de conocer dos situaciones distintas, ambas relacionadas con la ciencia. En la primera Antonio Parente, científico y empresario del sector de la biotecnología, nos explicó su experiencia profesional y vital. La segunda situación es la que se ofrecía en La Vanguardia del 11 de octubre y llevaba por título: “50 millones para I+D tirados. El Instituto de Medicina Molecular del CSIC, abandonado desde el 2011”. Esta información se completaba con los artículos de dos investigadores, que mostraban su frustración ante la situación de la ciencia en España.
El primero, Antonio Parente es doctor en ciencias químicas e inicio su actividad profesional en un centro de I+D. Al observar las limitaciones de la ciencia en España, decidió reorientar su profesión creando su propia empresa, actividad a la que se ha dedicado durante los últimos 30 años. Durante este tiempo ha creado varias empresas entre las que destaca el grupo Lipotec que en poco tiempo se ha posicionado como uno de los mayores expertos en el desarrollo de ingredientes activos para el cuidado de la piel y el cabello con reconocido prestigio en todo el mundo. Fundada en 1987 (Barcelona), Lipotec es desde el 2012 parte de The Lubrizol Corporation, una empresa de Berkshire Hathaway.
Más recientemente Lipotec y Active Organics®, empresa del grupo líder en el desarrollo de extractos naturales e ingredientes botánicos, se han fusionado en un único equipo con el objetivo de ofrecer a la industria cosmética una cartera de productos lo más completa posible.
Durante su participación en la comida mensual que celebramos el Grup BEI (Barcelona Economia e Innovación), y en las que solemos invitar a personas que impulsan proyectos relevantes para el país, nos regaló con su rica experiencia empresarial en la creación y desarrollo de empresas con una fuerte base en la I+D y en la innovación.
Después de escuchar a Antonio y a personas como él, uno piensa ¿por qué no hay más personas con la capacidad de iniciativa y la ilusión para crear nuevas empresas que generan valor y que crean puestos de trabajo altamente cualificados?. No todos los científicos pueden ni deben optar por la carrera empresarial que en su día tomó Antonio, pero seguramente sería bueno que cundiera su ejemplo.
Política científica: 50 millones tirados
En el citado artículo de la Vanguardia se exponía la situación del edificio del Instituto de Medicina Molecular situado en el campus de la Universidad de Alcalá de Henares. Se trata de un proyecto del CSIC de 2005 situado en una parcela de más de 5 Has, en las cuales se construyó un edificio majestuoso que debía albergar unos 600 investigadores que debían trabajar en el ámbito de las enfermedades inmunológicas, inflamatorias y del envejecimiento.
Naturalmente la foto de la primera piedra apareció en todos los medios de comunicación en 2008 con las autoridades del momento. Cristina Garmendia ministra de Ciencia e Innovación, el presidente del CSIC Rafael Rodrigo, el rector de la Universidad y otras autoridades. Todos contentos y sonrientes por el brillante futuro que esperaba al nuevo edificio que se terminó en 2011. con una inversión de unos 50 millones de euros, y se entregó al CSIC. Estábamos en plena crisis y los recortes presupuestarios impidieron tirar adelante el proyecto, pero el edificio ya estaba terminado y pasaba a engrosar la larga lista de grandes obras de la España de la época, símbolo de un país que había perdido el norte con una economía con pies de barro.
Este edificio ha pasado a engrosar la España de los edificios vacíos o a medio terminar, de los aeropuertos sin aviones, de las líneas de AVE que hay que cerrar o que, haciendo trampa en los costes contables se mantienen con enormes déficits reales o de las autopistas de peaje que hay que rescatar.
Y no pensemos que esto es un tema del pasado que ya hemos superado. Todavía está en el ejercicio de su cargo una ministra que manifestó que “el AVE es un derecho de todos los españoles”. Pero no de los alemanes o de los británicos, claro, ellos creen que no se lo pueden permitir, pobrecitos.
Muchos científicos frustrados
En las mismas páginas que se daba cuenta de la noticia del edificio vacío, dos científicos mostraban su frustración por el estado de la ciencia en España. Un autor anónimo bajo el blog de título “Another day in the lab”, hacia afirmaciones tan rotundas como: “Siento asco. Asco de vivir en un país sin oportunidades, en un país de engaños y mercadeos, en un país donde se premia lo más patético de nuestra sociedad en Gran Hermano y se castigan a los estudiantes más valiosos en nuestras universidades…” Y así seguía mostrando asco por tener que andar pidiendo ayuda podrá poder investigar dignamente.
Explicaba su trayectoria académica de quince años en la universidad autónoma de Madrid, con grandes esfuerzos y con un curriculum brillante, después de los cuales manifestaba sentir “…un profundo asco por esta institución”. También enumeraba algunas de las miserias diarias con que se encuentran como investigadores y terminaba el articulo reiterando su sentimiento hacia el estado de la ciencia en España. Decía, “Siento asco. No hay ningún otro nombre: esto es una puta mierda”.
Contundente alegato de una persona que inició una carrera profesional en el mundo de la ciencia, con un brillante curriculum académico, con la ilusión de poder trabajar en su vocación, no importaba el esfuerzo que había que hacer. Y se encuentra con una realidad frustrante que le lleva a tirar la toalla y manifestar urbi et orbe su profunda frustración.
Por su parte, Anni Machordon en un artículo de título “No entienden nada”, manifestaba su “desconcierto” ante la situación actual. Y acababa el artículo: “Uno se puede ajustar el cinturón, …pero lo que no se puede es pararlo todo esperando que no pase nada. Esto no funciona así. Es inviable”.
Se supone que los que no entienden nada son los políticos del gobierno, políticos que han puesto los partidos que han sido elegidos por los ciudadanos. ¿Qué es lo que no funciona? ¿El gobierno, los partidos eligiendo a sus cargos incompetentes?, ¿la sociedad votando a partidos que no saben liderar las políticas que necesita el país?, ¿un poco todos?
Esto duele y nos debería mover a la reflexión para corregirlo en lo posible. No nos podemos permitir el lujo de frustrar la carrera y la vida de jóvenes brillantes que el país necesita. Algo falla aquí y hay que corregirlo con urgencia.
Algunas lecciones
En este artículo os propongo tres flashes para la reflexión. Un científico que se reinventa de empresario y que consigue tirar adelante sus proyectos creando empleo y riqueza para el país. Un gobierno que, con la complicidad de otras instituciones malgasta millones en edificios e instalaciones que no se usan. Unos científicos brillantes que muestran su frustración y su desconcierto hacia la situación actual.
Solamente pretendo mover a la reflexión, la situación es muy compleja y creo que no admite simplificaciones apresuradas. Si nos ponemos a hablar de culpas, ¿toda la culpa es de los políticos, o estos son el resultado de una sociedad mediocre? ¿Cuántos minutos aguantaría en su cargo una ministra como la de fomento con manifestaciones como las citadas, en un país como Alemania o Gran Bretaña? Sin embargo, aquí siguen inaugurando obras de las que no se tiene la más mínima idea sobre su rentabilidad social ni se ha hecho el más mínimo análisis coste-beneficio. Y la sociedad lo aguanta y algunos les ríen las gracias.
Para hoy es suficiente pero otro día nos plantearemos otras preguntas como:
¿Se puede fomentar el espíritu i la capacidad emprendedoras entre los científicos?, ¿podemos aprender de la experiencia de personas como Antonio Parente y otros?.
¿La oferta de educación superior se corresponde con una estrategia de especialización productiva aún por definir?. ¿Cuál es la política industrial de este país y que reflejo tiene en la oferta educativa?.
¿Podemos intentar generar una oferta educativa que permita reconvertir científicos que no encuentran trabajo en tecnólogos que sí necesitamos?.
No sé si es posible o no arreglar todo esto, pero lo que si se es que no podemos seguir provocando frustración en miles de jóvenes.
Artículo de Miquel Barceló
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