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15.Cataluña y sistema de innovación 1. Miquel Barceló, 19 de abril 2015

El pasado día 25 de marzo tuvo lugar en la sede del PEMB (Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona) un interesante debate sobre la innovación. Como se afirmaba en la convocatoria: “El objetivo del workshop es poder ampliar las opiniones y puntos de vista sobre las interrelaciones entre investigación, innovación e industria, en el marco de la región metropolitana de Barcelona” (RMB). Interrelaciones entre investigación, innovación e industria, o sea, el ecosistema innovador del que hablábamos hace unos días.

15. Credit Photo:diarioresponsable.com

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El PEMB es una institución clave que impulsó de manera ejemplar en su primera etapa el recordado amigo Francesc Santacana y que ahora lidera, con firmeza y buen criterio, Carles Castells. El nuevo Plan Estratégico, en proceso de preparación, será clave para el futuro del Área Metropolitana de Barcelona, ​​sobre todo si las instituciones públicas y la clase política son capaces de liderar y llevar a la práctica las conclusiones que ya se están formulando.

Volviendo al debate, se puso de manifiesto desde su inicio la falta de representación de la industria, y quizá también como consecuencia, una sobre-representación del mundo de la investigación.

Suele pasar en todos estos debates. Mientras que la gente de la industria están trabajando llevando innovaciones en el mercado, algunos académicos se permiten afirmar que la industria no es innovadora. Académicos que, a los que no me canso de recordarles, viven gracias a los impuestos que pagan estos industriales que según ellos son “tan poco innovadores”.

Los lectores me permitiréis esta pequeña expansión personal porque ya hace años que vengo escuchando la canción que la industria catalana no es innovadora y ya estoy aburrido. La industria catalana desde la primera revolución industrial ha demostrado ser muy innovadora, incorporando tecnología y desarrollando innovaciones de proceso y, aunque menos, también de producto. La industria catalana ha generado nuevas iniciativas emprendedoras, ha creado nuevos sectores en cada nueva ola de cambio tecnológico y ha abierto nuevos mercados en el mundo. Ha atraído inversiones industriales de empresas multinacionales que aquí encuentran personas preparadas, un rico sistema de proveedores y acceso a los mercados europeos. Y un largo etc.

El resultado de todo este largo proceso histórico es que hoy, como hemos dicho tantas veces, Cataluña es un país industrial (ver libro Miquel Barceló, editorial Proa 2003) que decidirá su futuro en función del potencial innovador de su industria en las condiciones de competitividad del siglo XXI que son diferentes a las de los siglos pasados.

Tenemos entonces delante un gran reto, y un debate como el que plantea el PEMB es hoy EL TEMA que nos debería ocupar y preocupar.

Para empezar a entender las relaciones entre investigación, innovación e industria hace falta que precisemos qué entendemos por innovación. ¿Qué es la innovación?. Para entender qué es la innovación empezaré recordando tres definiciones que considero importantes para entender de qué estamos hablando.

La primera es del gran Peter Drucker (1985) (ver una referencia a Peter Drucker en el artículo 11 de hace unos días). “La innovación es la función típica del emprendedor. Es de esta manera que el emprendedor, o bien crea nuevos recursos productores de riqueza, o bien adopta recursos existentes  que tienen un mayor potencial para crear riqueza …. Es el esfuerzo para crear un cambio deliberado y enfocado en el potencial económico o social de la empresa “. No hay entonces innovación sin empresa, sea nueva o existente, y no hay innovación que no cree riqueza. Un invento o una idea o el resultado de una investigación no son innovaciones si no pasan a producir riqueza.

Seguimos con otro autor que insiste en el tema, es Curtis Carlson (2006) presidente de SRI (Stanford Research Institute), empresa que, resultado de un proceso de spin-off de la Universidad de Stanford en Silicon Valley, durante años ha llevado al mercado cientos de innovaciones que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana. Dice Curtis Carlson: “La innovación es el proceso que transforma una idea en valor para el cliente y que, además, tiene como resultado beneficios sostenibles para la empresa”. Seguro que Peter Drucker, si no nos hubiera dejado, estaría de acuerdo con esta definición. No se puede decir más en menos palabras, en esta frase está la esencia del concepto innovación. La innovación es un proceso que transforma la idea en valor para el cliente, y en beneficios sostenibles para la empresa. A menudo se habla de innovación como sinónimo de I+D, ignorando el sentido de esta definición.

Finalmente os comparto una definición que conecta con el proceso y con la gestión de la innovación en la empresa. La formula un consultor, Peter Skarzynski (2008) que afirma: “la innovación no consiste sólo en producir mejoras incrementales o en perseguir una idea rompedora y esporádica. La innovación consiste en generar un flujo constante de innovaciones significativas que con el tiempo constituirán la base de una ventaja competitiva y sólida “.

Las tres definiciones suman y son compatibles para la comprensión del concepto de innovación tal y como se entiende hoy en el mundo. Es un concepto que ha evolucionado mucho desde los años 60 cuando se creía en el modelo de “tubo” que consistía en que si entrabas recursos de I+D, por arte de magia saldrían innovaciones. Creo que esta visión del “tubo” ha dado lugar a muchos de los malentendidos que se están produciendo hoy en día a pesar de las muchas aportaciones de autores importantes como los que he citado. Hoy son muchas las personas, sobre todo del mundo de la política y de la academia, que piensan todavía, consciente o inconscientemente, según este modelo de “tubo”.

Alguien decía en la sesión de debate del PEMB: Si se inyectaran 3.000 millones de euros más en actividades de I+D este país sería de los más innovadores del mundo. Sí o no …. depende de cómo se gastaran ese dinero, depende de que sirvieran para que las empresas activaran los procesos que transformaran ideas en valor para el cliente como nos dice Carlson, por ejemplo. De todos modos, muy probablemente el sistema no sería capaz de absorber un incremento de este nivel. Remitimos al lector al concepto de ecosistema innovador del que hablábamos hace unas semanas. Las cosas son más complejas que puramente presupuestarias.

En este sentido los indicadores que han querido medir la innovación han ido evolucionando a lo largo del tiempo. Véase en el cuadro que sigue una propuesta sobre esta visión donde se distinguen hasta cuatro “generaciones” de indicadores para medir la innovación.

 

4 generations de medidas de innovación: sacado de curso Master MBI de la UPC

15.innovation indicators_The_Barcelona_Tech

Quizás el mejor indicador agregado del potencial innovador de un país es el que nos da la publicación anual del Innovation Scoreboard de la UE. Reproduciremos aquí la referencia que hacíamos hace unos días:

Según el informe de la UE Innovation Scoreboard 2014 (IUS 2014) sobre innovación en la UE, Cataluña pierde posiciones en el ranking de potencial innovador.

El informe IUS utiliza un conjunto de 25 indicadores clasificados en varias dimensiones: recursos humanos, sistemas de investigación, finanzas y apoyo, patentes, inversión de las empresas, emprendimiento, etc. Con estos indicadores se calcula un índice general que sirve para hacer el ranking entre estados miembros de la UE los que quedan clasificados en cuatro grupos. En el primer grupo están los estados innovadores “excelentes”: Suecia, seguida de Dinamarca, Alemania y Finlandia, con resultados muy por encima de la media de la UE. El segundo grupo está formado por los seguidores o “followers”: Austria, Bélgica, Chipre, Eslovenia, Estonia, Francia, Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos y Reino Unido, que están ligeramente por encima o próximos a la media. Cataluña estaba en este segundo grupo hasta este último informe.

La UE publica un segundo informe dedicado a las regiones. El Regional Innovation Scoreboard 2014 sólo incluye dos comunidades de España -País Vasco y Navarra – en el grupo de “innovadores notables o followers”. Cataluña y Madrid han perdido su posición líder, por encima de la media europea, y ahora forman parte del conjunto de regiones de innovación moderada, por debajo de la media.

Algunas conclusiones:

Hemos visto que la innovación es una variable compleja, difícil de medir, que no se puede confundir con las actividades o con los gastos destinados a I+D y que de la innovación son responsables las empresas. Así es: el agente de la innovación es la empresa que innova mediante mecanismos complejos, con el objetivo de ser competitiva añadiendo valor al cliente y generando beneficios para la empresa.

También hemos afirmado que la empresa catalana ha sido históricamente y es actualmente innovadora (si no lo fuera no podría ser competitiva como nos dicen las cifras de exportación). Ahora añadimos: si lo quiere seguir siendo tendrá que adaptarse a las condiciones de la competencia internacional del siglo XXI. Esta nueva etapa histórica obliga a un pacto público-privado que permita por un lado potenciar las actividades de gestión de la innovación internas en la empresa. Un pacto público-privado que también debe promover aquellos elementos del sistema innovador que, como los centros de investigación y desarrollo tecnológico o un sistema educativo más alineado con las necesidades del sistema económico, faciliten la innovación de las empresas.

Artículo de Miquel Barceló

Miquel Barceló15.Cataluña y sistema de innovación 1. Miquel Barceló, 19 de abril 2015

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